18/1/07

Esbozo biográfico

El poeta, escritor, crítico de arte, profesor universitario, periodista y estadígrafo Luis Vidales (Calarcá,1900-Bogotá, 1990), Premio Nacional de Literatura y fundador del movimiento vanguardista Los Nuevos, fue también, a lo largo de toda su vida, un infatigable luchador político: socialista revolucionario hasta 1923, fundador (junto con Luis Tejada y José Mar) de los primeros grupos comunistas colombianos a partir de 1923, militante del Partido Comunista de Colombia a partir de 1930 y Secretario General de dicho partido entre 1932 y 1934, mantuvo inalterable su ideología marxista hasta el día de su muerte.
Cuarto hijo del maestro Roberto Vidales y de Rosaura Jaramillo de Vidales, nació en la hacienda Río Azul, jurisdicción de Calarcá, el 26 de julio de 1900. Los primeros años de su infancia transcurrieron en Honda, a donde la familia se había trasladado al terminar la guerra civil de Los Mil Días. Sus estudios primarios fueron dirigidos por su padre Roberto, de quien guardó siempre un recuerdo tierno y agradecido. La familia decidió establecerse en Bogotá cuando los cuatro hijos (Silvia, Roberto, Clara y Luis) llegaron a la edad de iniciar sus estudios secundarios. Luis Vidales hizo los suyos en el Colegio del Rosario, de donde egresó a los dieciséis años de edad.
Participaba entonces en manifestaciones políticas en favor de los artesanos y trabajadores, en tertulias literarias juveniles y en discusiones ideológicas con liberales radicales, anarquistas y socialistas. Al mismo tiempo comenzó a trabajar en el Banco de Londres & América del Sud como jefe de contabilidad, pese a su extrema juventud. A partir de entonces su destino estuvo marcado por esta circunstancia: era un político de extrema izquierda y un literato de vanguardia que se ganaba la vida haciendo cálculos matemáticos y cuadrando cifras.
Estableció por aquellos años una amistad entusiasta y profunda con dos jóvenes geniales: el inolvidable cronista Luis Tejada y el admirable caricaturista Ricardo Rendón, con quienes compartió audaces aventuras intelectuales y una ruidosa bohemia que sacudió y escandalizó las sombras estancadas de las noches bogotanas. Tejada, Rendón y Vidales colaboraron en El Espectador de manera regular y ocasionalmente en El Tiempo, que publicó por aquellos años un suplemento de homenaje a Charles Chaplin, dirigido por Vidales. Por esta época se conformó el grupo intelectual de Los Nuevos, en que se distinguieron como fundadores y participantes Luis Vidales, Luis Tejada, Ricardo Rendón, León de Greiff, José Mar, Moisés Prieto, Felipe y Alberto Lleras, Carlos Lozano y Lozano y muchos otros brillantes escritores, poetas y periodistas. A fines de 1922 fue fundado el diario matutino El Sol bajo la codirección de José Vicente Combariza, José Mar y Luis Tejada. En sus páginas colaboró asiduamente Luis Vidales, al lado de Jorge Eliécer Gaitán, Gabriel Turbay, León de Greiff, Alejandro Vallejo, Carlos Lozano y Lozano, Nicolás Llinás Vega y otros escritores de vanguardia.
En 1926 publicó Vidales su primer libro de poemas y la más importante de sus obras: Suenan Timbres, original creación que causó estupor, admiración y escándalo en los círculos intelectuales del país, todavía dominados por un tradicionalismo decadente. La edición se agotó en tres días. El autor de esos versos inverosímiles era agredido en plena calle por los defensores de la poesía tradicional. En actitud provocadora, el joven Vidales salía a pasear por la carrera séptima llevando en la mano un bastón con empuñadura de plata que más de una vez empleó como garrote para defender su concepto de la literatura. Vidales fue el único poeta colombiano cuyo nombre se incluyó en la antología de poesía de vanguardia (Índice de la nueva poesía americana) editada en Buenos Aires por Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro y Alberto Hidalgo en 1926.
Su amigo Luis Tejada había muerto en 1924. Vidales quiso ampliar su visión del mundo. Viajó a Europa. Estudió ciencias políticas en la Escuela de Altos Estudios de París, entre 1926 y 1929, con un intervalo de estadía en Italia (1928) durante el cual se desempeñó como cónsul de Colombia en Génova. Renunció a su cargo a raíz de la masacre de las bananeras y regresó a París, la ciudad que más amó en la vida, junto con su tierra natal de Calarcá.
De regreso en Colombia formó parte del grupo fundador del Partido Comunista colombiano (17 de julio de 1930) y llegó a ser su Secretario General en 1932. Se distinguió como agitador, organizador y propagandista. Dirigió varios periódicos de combate, entre ellos Vox Populi de Bucaramanga (1931), que después de haber sido un medio de expresión del socialismo revolucionario (1928-29) se sumó a las fuerzas del comunismo. En él publicó muchos poemas de contenido social, ensayando nuevas formas, como puede verse en estos fragmentos de La costurera:
Vida y lino lo mismo ata la hebra.
Une noche y aurora el pedal, de tope a tope.
Miseria, son las ocho, grita el reloj
a los tristes de la tierra.
Una mujer en el silencio cose, cose, cose,
cumple mil años al volver la rueda.
Por el telégrafo del carrete
los telegramas del cansancio se detienen.
Mujer obrera, hecha de carne y llanto;
hecha de hambre, luz y manos,
y de sudor, rocío del hierro.
En 1932 asumió como jefe de redacción del periódico Tierra, órgano oficial del Partido Comunista bajo la dirección de Guillermo Hernández Rodríguez. Los comunistas tenían entonces cordiales relaciones de amistad con amplios sectores del liberalismo y la casa editorial de El Tiempo, a través de Enrique Santos Montejo (Calibán) regalaba a los impresores de Tierra el plomo necesario para fundir los tipos cada vez que la economía estrangulaba al periódico comunista. Como redactor, Vidales desarrolló una enérgica campaña contra la guerra colombo-peruana (1932-34), llamando a los soldados de ambas naciones a confraternizar en el frente y a "volver sus armas contra sus propios oficiales". Naturalmente, el periódico Tierra fue atacado por las turbas patrióticas y sus instalaciones fueron destruidas.
Fue también redactor del periódico El Soviet, tabloide fundado en diciembre de 1933 y que logró sobrevivir hasta 1939 bajo la dirección de Jorge Regueros Peralta. Durante la primera mitad de la década de 1930, Vidales impulsó una política de "revolución agraria", organizando y dirigiendo personalmente varias insurrecciones campesinas en los departamentos de Boyacá, Tolima y Huila, lo que le valió numerosos encarcelamientos y procesos. Esta política fue rechazada por las directivas del Comintern (Tercera Internacional), que daban prioridad a la organización de la clase obrera.
Las luchas internas en la Tercera Internacional condujeron a la destitución de Vidales del cargo de Secretario General y a su marginación de las filas comunistas desde 1935 hasta 1964. Mantuvo sin embargo una posición de izquierda militante, cumpliendo cabalmente con el compromiso público asumido en 1935: "Declaro que ceso toda oposición ideológica contra la actual dirección del partido y que en lo sucesivo aceptaré su política".
Simultáneamente Vidales continuaba colaborando en El Espectador y El Tiempo y actuando políticamente dentro de las corrientes más radicales del partido liberal. Aunque sus ideas marxistas eran conocidas, sucesivos gobiernos liberales confiaron en su capacidad técnica, llegando a nombrarlo Director Nacional de Estadísticas, puesto que dejó en 1944. Fue catedrático de Historia del Arte y Estética en la Universidad Nacional (Bogotá) y de ese trabajo resultaron su Tratado de Estética y muchos de sus trabajos científicos y literarios relacionados con la teoría del arte. Entre ellos es necesario mencionar su Espejo de la pintura, colección de sonetos sobre los grandes genios de la pintura universal, de la cual se han hecho publicaciones fragmentarias y cuyo manuscrito completo fue robado de la casa del poeta según se indica al final de esta biografía.
Su adhesión al caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán, a partir del momento en que este líder ganó la jefatura única del partido liberal (1946), lo llevó a ocupar importantes cargos en su movimiento, entre los cuales destaca el de columnista del diario Jornada, órgano del gaitanismo. Ese aguerrido periódico continuó publicándose después de los hechos trágicos del 9 de abril de 1948, y en sus páginas continuó jugándose la vida, día a día, el periodista Luis Vidales. Luego vino un período de dura clandestinidad durante el cual colaboró activamente en las redes de información y abastecimientos de la guerrilla liberal (1948-1952).
En 1952 se hizo cargo de la dirección de propaganda de los Censos Nacionales, puesto que desempeñó hasta comienzos de 1953. Pero la situación política derivada de La Violencia se había hecho insostenible para él y esto lo condujo finalmente al exilio: en 1953 recibió asilo político en Chile, con su esposa Paulina y sus cuatro hijos. Allí vivió durante once años, trabajando en la Dirección Nacional de Estadística y dictando cátedra de Estética e Historia del Arte. Desde el destierro continuó escribiendo en las páginas de El Espectador, El Tiempo, el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República y otras publicaciones colombianas.
En 1956 ganó un concurso convocado para la producción de una biografía del difunto presidente radical de Chile, Juan Antonio Ríos, pero su trabajo (Juan Antonio Ríos, biografía de una voluntad) no pudo ser publicado, a pesar del premio, debido a presiones de la poderosa familia Alessandri, que no salía muy bien parada en la obra.
A su regreso a la patria, Vidales trabajó como experto en el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE).
Reintegrado finalmente al Partido Comunista a mediados de la década de 1960, se mantuvo en sus filas hasta el día de su muerte (14 de junio de 1990), a los casi noventa años de edad. En 1982 le fue otorgado el Premio Nacional de Poesía (Colombia) y en 1985 la Unión Soviética le concedió el Premio Lenin de la Paz.
Obras publicadas: Suenan Timbres (1926); Tratado de Estética (1945); La insurrección desplomada (1948); La circunstancia social en el arte (1973); Historia de la estadística en Colombia (1975); La Obreríada (1978); Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves (1985); El libro de los fantasmas (1985). Una colección de su obra inédita fue publicada en los Cuadernos de Filosofía y Letras de la Universidad de Los Andes (Vol. V, núm. 3, Bogotá, julio-septiembre de 1982).
Once libros de poemas inéditos, más de tres mil sonetos y cuatro ensayos, entre muchos otros de sus trabajos, se perdieron en el saqueo que algunos de sus "amigos" y "compañeros" hicieron en su casa pocos días antes de su muerte, aprovechándose de su vejez, confianza y hospitalidad.
(c) Carlos Vidales


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