28/7/08

En busca de los comprimidos memorables

Primer Encuentro Nacional de Minificción"Luis Vidales"

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL
FACULTAD DE HUMANIDADES,
DEPARTAMENTO DE LENGUAS Y GRUPO DE INVESTIGACIÓN HIMINI
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
DEPARTAMENTO DE LITERATURA,
INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN EN EDUCACIÓN
Y GRUPO DE INVESTIGACIÓN SUR
CON EL APOYO DE LAS UNIVERSIDADES JAVERIANA Y PILOTO
Y LA REVISTA EL MALPENSANTE

INVITAN AL PRIMER ENCUENTRO NACIONAL DE MINIFICCIÓN luis vidales: “EN BUSCA DE LOS COMPRIMIDOS MEMORABLES”

LUGAR Y FECHA: UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE BOGOTÁ, EDIFICIO DE POSGRADOS (SALÓN OVAL), OCTUBRE 30 Y 31 DE 2008.

Acerca del tema

El auge alcanzado por el minicuento en nuestros días es un síntoma de que la discursividad contemporánea y en especial la literaria, se acomoda con mayor versatilidad a las demandas de la cultura actual. Como señalara en su momento el escritor Italo Calvino, una de las características relevantes de la literatura del nuevo siglo es la rapidez.

Efectivamente estamos siendo testigos de ese tipo de literatura que en consonancia con lo que descubriera Calvino, se expresa con lujo de detalles en el minicuento. El mismo autor italiano sustentó la segunda de sus propuestas para el milenio a partir de diversos textos en los que además de la brevedad, el tema de la rapidez es determinante.

Ubicados en el ámbito discursivo de lo vertiginoso, es decir en el horizonte de la minificción, las personas e instituciones que de una u otra manera hemos tenido que ver con su difusión y estudio en Colombia, hemos unido esfuerzos para hacer realidad el PRIMER ENCUENTRO NACIONAL DE MINIFICCIÓN.

Con este propósito se adelantarán diferentes actividades como el Concurso Nacional de Minicuento “Jaime Alberto Vélez”, conferencias de especialistas nacionales e internacionales, presentación de estudios e investigaciones relacionadas con la minificción, sesiones dedicadas a la lectura de minicuentos, y mesas redondas que evaluarán el desarrollo del estudio y la producción minicuentística en diferentes regiones del país.

Invitados Internacionales Ana María Shua, Argentina; Ignacio Fernández, España.

Objetivos

· Contribuir con el conocimiento y difusión del minicuento y reflexionar desde diversas perspectivas acerca de su desarrollo actual en la literatura colombiana.

· Evaluar su trayectoria creativa, así como sus manifestaciones más importantes en la obra de algunos autores.

· Analizar las posibilidades de la creación minicuentística en variados espacios culturales como las revistas, las antologías y las páginas Web, así como las respectivas proyecciones y diálogos que este género establece históricamente con otros discursos de la literatura y la cultura nacionales.

· Evaluar los estudios, investigaciones y demás actividades relacionadas con el desarrollo analítico de la minificción en Colombia. Dirigido a Creadores, editores, profesores, estudiantes e investigadores relacionados o interesados en el tema de la creación minicuentística.

Requisitos de participación

Ingreso libre con inscripción previa.
Cupos limitados.
A quien asista los dos días se le otorgará certificado de asistencia.
Solicitud de inscripciones en la siguiente dirección:

encuentronacionalminificcion@gmail.com

Información adicional

encuentronacionalminificcion@gmail.com
grupohimini@gmail.com grupohimini@yahoo.com

20/6/08

Un saludo desde Suecia

El Primer Encuentro Nacional de Escritores Luis Vidales, que se ha realizado en Calarcá, Quindío, Colombia, tierra natal de nuestro poeta, entre los días 16 y 21 de junio de 2008, ha contado con la participación de muchos notables escritores y suscitado un enorme interés de la ciudadanía.

En la foto, una de las sesiones del encuentro, en la Casa de la Cultura de Calarcá (tomada del periódico La Crónica del Quindío).

Publico aquí el saludo que envié a este encuentro, en la imposibilidad física de asistir a él.

Puede ser reproducido libremente, con las únicas condiciones de citar la fuente y no alterar el texto.


Un saludo desde Suecia

Aquí en Estocolmo, donde vivo (es un decir) mi último exilio desde 1980, pienso en el Primer Encuentro de Escritores "Luis Vidales" que se realiza en Calarcá, y me digo que habría sido delicioso poder estar allí, en el suelo que vio nacer a mi padre y que inspiró la más conmovida de sus raras expresiones de sentimentalismo:

Yo digo Calarcá, y el sueño sube
como el pocillo de café a la boca...

Estos versos me conmueven doblemente porque me revuelven la herida abierta del destierro y porque Luis Vidales los escribió durante nuestro exilio en Chile, que para él se alargó durante once años y para mí, más de veinte. Pensar en la patria lejana, la Tierra Prohibida, no es recordarla sino recrearla, inventarla una y otra vez de mil maneras diferentes, exagerando a veces sus bellezas y a veces sus miserias. Mi padre me enseñó que uno no debe llorar su desarraigo, como Ovidio, ni permitir que sus odios personales manden a la eternidad del infierno, como el Dante, a cuanto prójimo se le pone a uno en el camino, ni imaginarse enemigos descomunales a cada paso, como el loco de la Mancha. Durante los años en Chile, muy duros para él, yo lo ví cumplir con férrea disciplina el ejercicio cotidiando de la creación: escribió miles de artículos periodísticos, ensayó una novela sobre la violencia en Colombia (que no era buena, y por fortuna fue robada después por sus autodenominados amigos), dictó clases de estética e historia del arte, produjo sonetos, baladas, poemas libres, trabajó en estadísticas e hizo su militancia política con todos los riesgos que implicaba, porque su partido era entonces ilegal en esas tierras.

Nunca lo ví quejarse. Un día de otoño mi hermana Luz me contó, al borde de las lágrimas, que había visto a papá sentado en un banco del Parque Forestal, en la soledad más absoluta, comiéndose un pan. Solamente un pan, como para evocar a César Vallejo: "Un pedazo de pan en qué sentarme, ¿no habrá ahora para mí?"

En estas cosas de los dolores íntimos fue también un hombre de vanguardia. Allá en su juventud –casi apenas salido de la niñez– publicó Suenan Timbres y con esa pequeña obra barrió todas las convenciones, las beaterías, el ridículo sonsonete y todo el vano andamiaje de una sociedad que se pudría en su letargo colonial. Pero no lo hizo solo: esa revolución fue la obra colectiva de hombres y mujeres como Luis Tejada, Julieta Gaviria, Ricardo Rendón, José Mar, León de Greiff, María Cano y muchísimos otros que la historia debería recordar.

La vanguardia de Vidales no fue solamente formal. Las nuevas formas que desplegó en sus heréticos poemas eran solamente la exacta correspondencia de esas formas con nuevos contenidos ideológicos: mirar al porvenir con alegría, reírse de las solemnidades acartonadas del pasado, barrer con las jerarquías santificadas de la república oligárquica, abrir el camino a las nuevas ideas, como lo había recomendado Tejada: descubrir "con el júbilo cruel del creador, el alma múltiple del universo", "poner la mayor cantidad posible de eternidad en cada minuto que pasa" y preparar "el advenimiento del único reinado humano y justo: el del hombre simple, del buen hombre, del hombre".

Mi padre me enseñó también que el humor es un instrumento maravilloso cuando está puesto a servicio de una idea superior, pero nada más que una bufonada cuando solamente se le utiliza para el lucimiento personal. Hoy pienso en todas esas cosas, y muchas más que sería largo enumerar, y me pregunto qué podría yo ofrecer a ustedes, queridos organizadores y participantes de este Primer Encuentro de Escritores "Luis Vidales", como un saludo cordial mío y de mi padre, y como expresión de profundos y sinceros deseos de éxitos y progresos en sus presentaciones, debates y deliberaciones.

Lo único que se me ocurre es invitarlos a leer un trozo de poesía en prosa –cuasi relato, tal vez, incluso, un esbozo de mininovela–, escrito por mi padre en 1982. Es el número 6 de una serie de "poemas estadísticos", en cuyas líneas nos sorprende la ternura envuelta en consideraciones sociológicas. Aquí está:

6

La tarde tiene una falsa belleza de crédito supervisado. Los baldíos se dejan tabular por su secreto amor con la computadora. Hay mañanas con cara de adjudicación de tierras. Un camino traza el derrotero del día. Se extinguen unos dominios a la derecha. La reforestación no alcanza a cubrir la tara de la talería que no me deja ser completo. Llevo a cabo con el color del cielo una encuesta. Hay una vaca tendida en el pastizal: me da su información pecuaria, sin la malicia del campesino y un poco de espuma blanca en el hocico del ternerillo. Una nueva hoja se alza para que la vean. La nube que pasa musita su cantar de otra época con las mismas gotitas de entonces. El gran molino trae la lluvia. Es, ni más ni menos, el torno del tiempo, muele que muele. Me voy desde hace ocho años. Tengo una inmensa premura. Y no sé si levo, o desembarco.

(Vidales, Luis. “Poemas estadísticos”, Revista Aleph N° 40, 1982:28-31. Reproducido por Fredy Jezzed López Barón, Las raíces del poema en prosa en Colombia: a propósito de José Asunción Silva y Luis Vidales, Pontificia Universidad Javeriana, Carrera de Estudios Literarios, Bogotá, 2007)

"Me voy desde hace ocho años" –dice– porque en 1974 su corazón le dio un terrible revolcón y desde entonces supo que se había iniciado la cuenta regresiva. Y dice "no sé si levo, o desembarco", porque aquel que conoce el destierro sabe que cada instante de la existencia y cada sitio del universo son siempre, simultáneamente, puntos de llegada y de partida.

Permítanme, pues, con ocasión de este encuentro, llegar y partir con este saludo afectuoso y estas desordenadas reflexiones.

Carlos Vidales
Estocolmo, junio 18 de 2008



18/6/08

Rendón y sus caricaturas de Tejada y Vidales

Como ya he contado en mi entrada Luis Vidales según Rendón, la muy famosa caricatura en la que Vidales está representado con cuerpo de sapo fue resultado de una de las frecuentes peleas de amigos que se producían entre el genial caricaturista y el poeta de Suenan Timbres. Sin embargo, la historia sería incompleta si no recordáramos el origen y evolución de los dibujos que hizo Rendón de dos amigos inseparables de aquel tiempo: Luis Tejada, el Príncipe de los cronistas colombianos, y Luis Vidales.

Las dos primeras caricaturas datan de 1924, cuando Luis Tejada todavía estaba vivo:



A la izquierda, Luis Vidales; a la derecha, Luis Tejada. El caricaturista registró fielmente las características más notables de ambos personajes. Vidales era de muy baja estatura. ligeramente barrigón, de piernas rectas y cortas, de boca grande, labios finos, nariz corta y ancha. Tejada era alto, de frente muy amplia, labios gruesos y piernas arqueadas: según quienes le conocieron, caminaba como si estuviera en medio de un terremoto.

Cuando se publicó Suenan Timbres (1926), Rendón dejó de lado la caricatura de cuerpo entero de Vidales y concentró su atención en el rostro, tal como había hecho con respecto a Tejada luego de la publicación en sus crónicas en Bogotá (1923-24):


Vidales (1926) a la izquierda, Tejada (1924) a la derecha. El dibujante ha conservado los rasgos de sus primeras caricaturas y ha precisado algunos detalles. Las cejas y pestañas espesas de Vidales han sido suavizadas ligeramente; los ojos siempre abiertos y un poco tristes de Tejada han sido mejor definidos. La pipa de Vidales es ahora curva, como corresponde a la realidad. Vidales usa corbata de enorme nudo (característica de toda su vida) y Tejada usa lazo negro en lugar de corbata.

Conviene hablar de la historia de la caricatura de 1926, que aquí reproduzco ampliada:


Mi padre tenía por este dibujo un cariño especial. Lo conservó durante toda la vida. Esta caricatura sobrevivió las luchas políticas y los sobresaltos de las cárceles y la clandestinidad, el Bogotazo del 9 de abril, allanamientos policiales, el largo exilio en Chile (1953-1964), las más increíbles aventuras y los más indescriptibles sobresaltos. Pero no pudo resistir la codicia los presuntos "camaradas" que visitaban al poeta durante los últimos meses de su vida, tanto para robarle como para beberse su whisky. Uno de esos sujetos logró llevarse la caricatura y la vendió luego de la muerte del poeta (1990) a la Biblioteca Luis Ángel Arango por la suma de 50.000 pesos. En 1994, durante la única visita que he hecho a Colombia en los 28 años de mi último exilio, encontré la caricatura expuesta en museo de la Casa de Poesía Silva, y con ayuda de María Mercedes Carranza logré averiguar la identidad del individuo que había vendido este dibujo tan entrañable para mi padre. He dicho alguna vez que publicaré el nombre de este sujeto cuando la bilis me lo aconseje. Por ahora me basta con saberlo.

Hay otro aspecto interesante de esta caricatura: ella sirvió de base para la que representa a Vidales con cuerpo de sapo, según ya he relatado en mi nota Luis Vidales según Rendón, y que aquí reproduzco en blanco y negro según el original:


Como se ve, Rendón exageró aquí los rasgos de batracio de Vidales, suprimió las sombras y volúmenes y se limitó a un escueto dibujo de líneas. Mi padre conservaba también el original de esta caricatura y hasta ahora han sido infructuosos mis esfuerzos para seguirle el rastro. Existen sin embargo innumerables copias, porque es la caricatura de Vidales que más se ha publicado y reproducido, tanto en Colombia como en el exterior.

Valgan estas anotaciones para corregir el artículo LUIS TEJADA, por José Gabriel Baena, publicado por la revista Elmalpensante N° 87, junio de 2008, pp. 11-13 (reproducido por NTC..., según el enlace que incluyo) en el cual aparece la mencionada caricatura como si se tratara de Luis Tejada (pág. 12). Fácilmente puede comprobarse el error comparando las caricaturas que Rendón hizo de Tejada y de Vidales, que aquí he reproducido.

Carlos Vidales
Estocolmo, junio 18 de 2008

14/6/08

Primer Encuentro Nacional de Escritores Luis Vidales

En Calarcá se realiza el Primer Encuentro Nacional de Escritores "Luis Vidales" (16 al 21 de junio de 2008), dedicado a la novela breve en Colombia.

Es pertinente y oportuno que el evento se realice bajo el nombre de nuestro poeta, no solamente porque tiene lugar en su ciudad natal, sino también -y principalmente- porque Vidales fue un pionero del minirelato y la novela breve en nuestro país. Algunos de sus poemas en prosa expresan una inocultable voluntad novelística. Él mismo me confesó alguna vez sus inquietudes de poeta-narrador, en el curso de alguna de nuestras conversaciones:

"Por aquella época (antes de la publicación de Suenan Timbres) tenía yo la obsesión de escribir mis historias de modo que no fueran ni prosa ni poesía, sino un género nuevo, mestizo. No sé bien si las lecturas de Poe o las alucinaciones de Maupassant, o los tragos que me tomaba con Tejada, Rendón y de Greiff me habían desquiciado un poquito, pero el hecho es que siempre aparecía en esos relatos un personaje misterioso (un hombre de gabán, un espectro, una sombra con una dentadura horrible, una aparición indescriptible) que me robaba la sombra, me tergiversaba la perspectiva, me escamoteaba el perfil, me despojaba de mi equilibrio".

De este Primer Encuentro Nacional, lo único que considero lamentable es que nadie me haya informado con la debida anticipación, pues de otro modo yo habría hecho lo posible y lo imposible para hacerme presente ya que la ocasión bien merecía el gasto de un viaje desde la aldea de Estocolmo hasta la metrópolis de Calarcá. Ojalá que se acuerden de mí para el Segundo Encuentro y que lo realicen en este siglo, porque en el próximo no estaré disponible.

Carlos Vidales
Estocolmo, 14 de junio de 2008

Más información en:
“Primer Encuentro de escritores LUIS VIDALES”. Calarcá.

11/5/08

Luis Vidales según Rendón


Caricatura de Rendón (1926), coloreada por Carlos Vidales (2008). Según recordaba el poeta, la amistad con el caricaturista Rendón estuvo siempre marcada por diferencias de carácter que conducían a veces a disputas pasajeras. Durante uno de esos desencuentros, Rendón quiso molestar a Vidales y lo dibujó como un sapo. Cuando vió la caricatura, ya publicada, Vidales soltó la risa y le dio las gracias al dibujante en estos términos: "Tienes toda mi gratitud, porque como dice Walt Whitman, el sapo es una obra maestra de Dios". Rendón soltó la carcajada y ambos amigos se reconciliaron... hasta la siguiente pelea.

La arboleda y la lógica

Dijo mi verso lógico y sencillo.
Derribaron los árboles.
Es decir
desyerbaron el cielo.
Qué contentas estarán
las estrellas.
Y agregó mi verso
lógico y sencillo.
A esos pobres árboles
les tumbaron el cielo.


De Suenan Timbres
Sección "Poemas
de la Yolatría"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 59

El gato

El gato se acomoda
en el hueco del sueño.

Lo miro con tristeza
porque dormirse
es lo mismo
que perder un mundo.

Indolente
estila posturas dentro de su forma
como esculpiendo
fugitivas figuras
de gatos.

Oigo el tardo
envolver el ovillo de su música.
Y esto he comprendido.
A la hora en que los gatos duermen
–afuera– en los tejados
andan las sombras solas.
Gatos negros
que caen de la luna.

De Suenan Timbres
Sección "Curva"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 83

13/2/08

Suenan Timbres en la puerta del poeta (1979)

En los primeros días de abril de 1979 la casa del poeta fue allanada por las tropas del ejército colombiano, por órdenes expresas del general Camacho Leyva. Los hechos ocurrieron de manera mucho más dramática de lo que muestra la caricatura del diario El Espectador (7 de abril de 1979). Los heroicos soldados de la república escalaron la fachada del edificio hasta el segundo piso, donde vivía el poeta – que ya se acercaba a los ochenta años –, destrozaron la ventana de su dormitorio y se plantaron, metralleta en mano, sobre la cama en que reposaban el anciano Luis Vidales y su esposa Paulina. Eran las tres y media de la madrugada.

El peligroso poeta fue maniatado con cuerdas, vendado y conducido a empujones a la Escuela de Caballería, donde debió permanecer de pie durante más de doce horas, sin más compañía que los caballos y los curiosos reclutas que llegaban, uno tras otro, con la misma pregunta:

¿Y vusté, tan viejo y metido a guerrillero?

Luis Vidales fue siempre un revolucionario chaplinesco y, en consecuencia, mantuvo el buen humor y aprovechó para dictar cátedra marxista a los reclutas. Pronto se formó un corro de soldados alrededor del viejo y así todos, soldados y caballos, pudieron oír que ellos eran proletarios, explotados, víctimas del capitalismo que los condenaba a reprimir a sus hermanos de clase y a traicionar su propia dignidad.

Al promediar la tarde, el escándalo nacional e internacional era mayúsculo. Poetas, intelectuales, políticos, jefes de estado europeos y periodistas de todo el mundo asediaban al señor presidente de la República, Julio César Turbay Ayala, indagando por las graves razones de estado que obligaban a maniatar, vendar y mantener en plantón riguroso a un anciano poeta septuagenario. De todas las respuestas que obtuvieron, la más poética y hermosa fue la del comandante de la Escuela de Caballería, general Vega Uribe, quien explicó la arbitraria detención y el brutal asalto al domicilio del poeta con esta frase inmortal:

Es que no sabíamos que este señor fuera tan famoso.

En efecto. En esos momentos, más treinta mil colombianos arbitrariamente encarcelados llenaban las cárceles del país. Ellos no eran tan famosos. Su delito era pertenecer a la oposición. Y muchos millones de colombianos más eran sospechosos y presuntamente enemigos de la democracia. La paranoia oficial era monstruosa.

Los motivos y las causas de la detención del poeta eran
– también – un poco chaplinescos, esto es, tragicómicos. El día primero de enero de ese año, la organización guerrillera M-19 (Movimiento 19 de abril), de cuya dirección nacional yo era miembro, había robado más de siete mil fusiles de la guarnición del Cantón Norte. La operación fue una obra brillante de ingeniería subversiva: un túnel de casi noventa metros por debajo de las muy trajinadas calles de la capital. Pero fue también un ejemplo inmortal de chapucería militar: los responsables comenzaron a caer y las armas robadas fueron recuperadas por los genios del ejército, debido a gravísimas fallas en las rutinas de seguridad de los rebeldes. Y las cosas se complicaron porque uno de los detenidos, quien era habitualmente muy intelectual y muy celoso de los principios (como suele ocurrir), soltó la lengua del modo más lamentable y cantó lo que sabía, lo que no sabía, lo que sospechaba y todo lo demás. Naturalmente, me identificó como miembro de la dirección nacional de la organización, dijo que yo me llamaba Carlos Vidales que mi alias de guerra era... Luis.

Y era cierto. Porque mi jefe superior, el comandante Álvaro Fayad, había tenido la humorada de ponerme el alias de Luis a la hora de repartir los apodos de guerra. Otra chaplinada.

Y fue por eso que el astuto y genial general Camacho Leyva, asesorado por el talentoso general Vega Uribe, quien a su vez era asesorado por los caballos de las caballerizas de Escuela de Caballería, impartió la orden perentoria:

– Detengan de inmediato a Luis Vidales.

De más está decir que mi padre estaba muy contento. Para un revolucionario como él, nada más grato que ser honrado con un allanamiento brutal en la ancianidad, como una confirmación de que seguía siendo peligroso para los cerdos capitalistas. Su Partido, el Partido Comunista, también estaba feliz. Ahora podía mostrar que su poeta, su viejo e ilustre bardo, encarnaba la dura y heroica resistencia de los bolcheviques contra la represión oficial.

A mí todo eso me pareció muy bien, y muy conveniente. Yo estaba escondido, pero salí de mi escondrijo para solicitar asilo en la embajada de Cuba. ¿Por qué? Sencillamente, porque pensé que era mi única forma de aparecer en público sin entregarme a las autoridades, y que mi aparición obligaría al régimen a soltar a mi padre.

Pero los cubanos me negaron el asilo. Me dijeron que esperara, porque el escándalo internacional iba a obligar a los militares a soltar a Luis Vidales.

Así ocurrió. Yo continué en las filas del M-19 hasta el 11 de diciembre de 1979, fecha en que decidí abandonar esa organización por razones que en este contexto no vienen al caso. Solamente diré que hubo en aquel año dos miembros de la dirección nacional del M-19 que se opusieron rotundamente a la operación del robo de armas del Cantón Norte, por considerarla estúpida y aventurera: uno de esos dos miembros era yo. Y no he cambiado de opinión. Así, pues, me pareció deliciosamente irónico y chaplinesco
– tragicómico – que mi padre, comunista y poeta, pagara con el honor de un plantón, vendado y maniatado, un operativo militar de otra organización en cuya dirección se había llegado a proponer mi fusilamiento, precisamente por oponerme a la realización de dicho operativo. El padre, preso y maltratado por lo del Cantón Norte, y el hijo, al borde de la ejecución por oponerse a lo del Cantón Norte. ¿No es chaplinesco?

Estos son, pues, algunos de los entretelones chaplinescos del brutal allanamiento y la arbitraria detención de Luis Vidales, en abril de 1979.

Los Arcos-Iris

Arcios-Iris lejanos,
desde el principio del mundo.
Caravanas de jirafas de colores
los pies en el agua
y el cuello dócil en el cielo.
Arcos-iris.
Los que pasaron por los cielos
de mi infancia azul.
Yo tenía los ojos tristes y ensoñadores
y viéndoos a vosotros – arcos-iris –
sentía un indeterminado deseo
como de acariciar cuellos
o como de domar serpientes.
Pero el dulce muchacho de mi niñez
hace mucho tiempo que se ha marchado
yo no sé para dónde.
Y ahora
– en esta tarde romántica –
cierro los ojos
y siento que me dejo estrangular de un arco-iris.

De Suenan Timbres
Sección "Curva"
2a. Edición, 1976
Colcultura, p. 69